CARTA A NUESTRO HIJO

Hace algunos años, durante uno de esos frescos días del mes de febrero que desde siempre han caracterizado a esta abigarrada ciudad caraqueña, mi hijo Alejandro, siendo un mozalbete, me sorprendió con una solicitud un tanto inusual. Alejandro pedía a su madre y a mí le escribiéramos una carta en la cual expresáramos lo que esperábamos de él en el transcurso de su vida. Le respondí que eso podíamos conversarlo en lugar de escribirlo, pero mi muchacho insistió en que quería la carta, pues debía llevarla al colegio y leerla ante todos en el salón de clase En realidad se trataba de una tarea de corte escolar y todos los alumnos debían leer la suya. Así las cosas no me quedó otra que hacer lo que usualmente hago cuando me dispongo a escribir…, prepararme una buena taza de café y ponerme manos a la obra… A partir de aquí la carta:  “Alejandro José, hijo… Cuando pides que te escribamos una carta, viene a mi memoria el día en que naciste. Te escribí una frase en un libro que aún conservo: “Hijo mío, hoy 20 de julio, de 19.. has nacido. Asumo plenamente, ante Dios y ante la Ley la responsabilidad de ser tu padre”. Lo que significas para mí y para tu madre no puedo expresarlo. Eres, junto a tu hermana Marjorie, lo más grande, lo más valioso que tenemos. Damos gracias a Dios por tenerlos con nosotros. Esperamos de ti, aprendas que la vida es una oportunidad que recibimos para ser cada vez mejores. Estudia, prepárate y no dejes de avanzar. Desarrolla la confianza en ti mismo, la paciencia, la perseverancia y el orden. Identifica tus metas y lucha honestamente por alcanzarlas. Las puertas del éxito se abren inexorablemente para darle paso al hombre que sabe lo que quiere. Vive siempre con Dios y su Justicia en tu conciencia, así podrás dormir tranquilo, estar en paz contigo mismo y con todo cuanto te rodea. Recuerda, estás en el mundo formando parte de un Plan Divino, todos lo estamos. Tu nacimiento no ha sido un hecho casual, es un regalo que la vida misma te ha dado. Tu vida tiene un propósito y ese propósito es tu evolución, tu crecimiento como ser humano para servir mejor a Dios, a la naturaleza y a todo lo que exprese vida. Hijo has nacido para ser grande. ¡Sé grande y triunfador! Te deseamos con el cariño más sagrado, que las más bellas cualidades que Dios tiene reservadas a sus hijos se expresen en ti, te deseamos lo mejor de la vida. Las bendiciones del cielo… ¡todas para ti!, que la mano de Dios esté siempre a tu lado, cuidándote, protegiéndote, enseñándote a ser grande, a ser hombre y sobre todo a ser humilde, quizás la cualidad más difícil de ser adquirida. Atentamente Tu madre y tu padre…”